lunes, 14 de enero de 2008

2008


El primer dia del año lo pasé en soledad, el sol de invierno brillaba alto desde primeras horas de la mañana, y yo disfrutaba de un vermouth en una terraza. El frío era intenso y yo tarareaba una canción de Nacho Vegas, mientras una pareja joven lidiaba con su retoño. El niño era como un rabo de lagartija cercenado, nervioso, giraba sobre si mismo mientras gritaba, en un completo estado catatónico, miro a los padres de la criatura y me acuerdo de los McCann, casi puedo comprenderlos.

Por la calle grupos de chavales regresaban a casa despues de una noche de celebraciones. Algunos deambulaban cansados, arrastrando los pies, bebiendo caldo limpio o chocolate, otros pasaban con los ojos como platos y las mandibulas chirriantes, me fijo en una chica que camina sola con los ojos llorosos, me enternece y estoy a punto de levantarme y decirle algo, pero vuelvo a mirar al vermouth, vuelvo a sentir el sol en mi cara y decido que no, que se está bien sentado, aunque el niño sea Demian y la chica este llorando, que todos alguna vez tenemos que llorar.

De repente, una sensacion de desarraigo me invade, pues no encajo en sus tribus, no llevo las mandibulas batientes ni saboreo chocolate con churros, me rodeo de soledad y espero a que pase el día, que ya queda poco, y despues que pase el mes, y después el año, que si esto es existir, quizás no merezca la pena.