miércoles, 24 de septiembre de 2008

Soy.

Soy la luna, el reflejo de
la noche.
Soy la lluvia, el agua que
corre.
Soy el silencio, el que
siempre se esconde.
Soy calles vacías y aceras,
y buzones.

Soy la locura, un grito que
se ahoga.
Soy el tedio, tortura que dura
miles de horas.
Soy la madre, inmaculada a los
ojos de su hijo.
Soy vísceras calientes y moho,
y crucifijos.

Soy el esperma, una gota
de saliva.
Soy el dinero, un monstruo
infinito.
Soy el sida, un asesino esperando
en sigilo.
Soy el cuchillo y la carne,
soy la víctima.
(quizás el suicida)

lunes, 15 de septiembre de 2008

Fragmento de algo inconcluso. (El tatuaje)

El sudor recorre nuestros rostros, empapándolos. En la calle se escucha el estruendoso alboroto que provoca la turba de vagabundos lisiados y deformes que nos persigue, olisqueando el aire, rastreando ya no la sangre que brota de nuestras heridas abiertas, si no la que corre por nuestras venas, oculta. Perros callejeros aullan a la luna, hambrientos. El Sr. Hulot y yo nos escondemos en un viejo almacén, dónde sólo quedan calendarios eróticos y una enorme turbina, vestigios de una época de actividad que ya sólo es un recuerdo en aquella ciudad. Hulot se entretiene mirando uno por uno los almanaques que yacen en el suelo, chupando de su pipa de un modo cada vez más gustoso y sonoro. Me viene a la mente que un calendario con una mujer o un hombre desnudo es el único de su especie que no pierde su función una vez pasa año viejo. Cuando él se gira hacia mi puedo ver en su brazo una gran humedad que mancha su abrigo de un color carmín azulado.

-Sr. Hulot, está ud. sangrando.

Ahora no se muy bien que pasa, en menos de un segundo su rostro pasa de una sonrojez que casi lo muestra embriagado por las muchachas de los calendarios, a un instante de azul añil con un hermoso final de palidez extrema, de una pose gótica, y de un desvanecimiento propio de la mejor heroína de los años cincuenta, montando gran escandalera, por lo que se me hiela la sangre pensando en los vagabundos que nos buscan feroces en las calles. Con rapidez me acerco a él, que afortunadamente conserva la consciencia, le ayudo a sentarse y le quito la gabardina, por suerte el corte no es muy grave, ya ni siquiera sangra, aunque hay sangre seca que bajó hasta el codo. Tapado por la sangre se entreve un tatuaje que muestra a una mujer desnuda que surge de una concha marina. De repente el Sr. Hulot, avergonzado, se incorpora recuperando muy rápido su color habitual, aunque sospecho que por razones diferentes.

- Qué vergüenza, buen amigo, un hombre que se desmaya al ver sólo un poco de sangre.
- No se preocupe, a todos nos impresiona más cuando la sangre es nuestra.

Unos minutos de silencio, yo pienso en el tatuaje, él mira su herida, como siempre parece leerme la mente y comienza a hablar, casi entonando.

- Hace años, cuando yo era joven y servía a esto que se llama patria en África, los soldados bebíamos hasta perder el control cada noche de la semana, rodeados de bailarinas y un humo dulce que nos embriagaba de un modo extraño, aunque placentero. Una noche, entre carcajadas y arcadas cuando no vómitos, tres compañeros y yo ideamos una apuesta. Yo, mísero de mi, debía subirme a lo alto de la muralla que resguardaba la ciudad, punto militar estratégico, o eso nos decían nuestros mandos, que ya sabe lo que se le puede creer a un mando sea de lo que sea. Lo cierto es que desde lo alto del muro debía saltar hasta un pajar que se encontraba en tierra firme esperando. Permítame explicarle en que consistía la apuesta, resulta que en el pajar me esperaba una amable señorita del burdel, con una pierna mirando a los Pirineos y la otra a Vigo, que era el lugar en donde yo tenía que aterrizar en cópula perfecta, estableciendo a la pobre muchacha el rol de juez, pues para yo poder declararme ganador del reto, ella debería puntuarme al menos con una puntuación de ocho sobre diez, esto es, notable alto.

Yo lo miro con los ojos a punto de salirse de las cuencas, a lo ridículo de su historia debo añadir que este pobre hombre nunca dejó a una mujer lo suficientemente satisfecha como para un notable alto. Lo miro de arriba a abajo y quedo convencido, a no ser que se ayudase de elementos externos, como vibradores, látigos o enteógenos. Él, simplemente, golpea su pipa contra el suelo para limpiarla, la carga con un pellizco de tabaco y después de dos largas y profundas caladas continúa con su monólogo.

-Por supuesto la puntuación era algo que no me preocupaba, pues ya me había encargado de que la muchacha me puntuara con una nota de doce sobre diez pasara lo que pasara, así que con mis tres compañeros subí a lo alto de la muralla, me quité pantalones, ropa interior y decidido me subí a lo más alto, no sin que a mis compañeros se les ocurriera primero hacerme girar hasta que mis andares eran totalmente de pato. Decidido cogí impulso y brinqué con un grácil e improvisado salto del ángel. Sólo la mala fortuna hizo que mi vuelo errase su rumbo completamente, cayendo en plancha a los pies de mis compañeros, que comentaban con mucha gracia que estaban a punto de miccionarse encima. Créalo usted o no, en mi corto vuelo me había dado tiempo a conseguir una posición casi perfecta en mi acrobacia, con la consecuencia de que mi forzado aterrizaje fue en mayor medida con mi apéndice nasal, o sea con mi nariz, que no pudo soportar y quebró estrepitosamente, rompiendo a sangrar con amazónico caudal. No me dio tiempo siquiera a maullar una queja, que mis compañeros ya me había asido por las axilas, y a carcajada limpia me habían vuelto a colocar en el improvisado trampolín. Recuerdo que entre la embriaguez, el mareo, y las lágrimas que provocaba mi fracturada nariz, más que saltar me desvanecí, cayendo esta vez no ejecutando el salto del ángel, si no una serie interminable de tirabuzones errantes. Una gota de sangre se cruzó por delante de mis ojos, enrojeciendo la luna llena. Lo siguiente, dolor, gritos de la pobre muchacha, oscuridad, silencio. Me desperté a los dos días en una cama de hospital, tenía las dos piernas fracturadas, traumatismo craneoencefálico y una nariz que el cirujano calificó como irrecuperable. La pobre chica estaba a mi lado, en la caída la había golpeado con mi cabeza en su esternón, resultando éste roto y mi traumatismo, además con mis rodillas... digamos que yo tenía las piernas rotas y ella el pubis fracturado. Pobre chica, sólo era un poco mayor que yo, tendría entonces veintitrés años, y cuando yo me fui todavía estaba rehabilitándose, después de siete meses. Cuando salí del hospital me hice ese tatuaje que usted vio y por el que muestra callado interés.

Permanezco en silencio durante unos minutos, todavía escucho a los enfurecidos vagabundos gritar con odio desmedido, llaman por sangre y venganza. Me corroe la curiosidad y con una certeza absoluta de que me arrepentiré de preguntarlo me dirijo a Hulot.

-Y por qué se tatuó ud. una mujer saliendo de una concha, no lo entiendo.

El Sr. Hulot me mira incrédulo durante por lo menos diez segundos, finalmente, con los ojos vacíos, me contesta.

-Querido amigo, no sale de una concha, está sentada en una silla de ruedas.
-¿Se tatuó una mujer en una silla de ruedas?

Él calla, y esta vez sí, otorga. De nuevo silencio, yo ya no pienso en el tatuaje, Hulot mira la herida de nuevo con fascinación. Sé que aquí he cometido un error, sólo el azar no te puede llevar a una situación como esta. Mi compañero definitivamente está loco. De repente, anhelo fervientemente que la turba entre en el almacén abandonado, me encuentren, e inclementes amputen mis miembros. Deseo ver mi intestino esparcido por el suelo y que me ahorquen con él.

martes, 2 de septiembre de 2008

No me tomeis en serio.

Sólo lo digo en broma, no hace falta que me mires así. Sólo me mofo cuándo digo que me gustaría perderme entre tus pezones, no hace falta que te tapes el pecho con tus brazos ni te gires avergonzada. Tú también lo dices en broma, cuándo te haces la interesante y pones pose de femme fatal, en verdad sé que no eres insaciable no intentes engañarme, además tienes algo blanco en la nariz, límpiate.

No soy dipsomaníaco, es una broma, tampoco te voy a arrancar la ropa a mordiscos precisamente hoy, con lo que llueve. Era una broma, no nos quedamos sin papel higiénico, sólo quería cagar cerca de tí, además el condón no estaba roto, no hacía falta que te tomaras aquella pastilla. No voy a dejar de fumar, es una broma. Debes saber que todo en mi es una broma, por favor no me tomes en serio, no pienses que lo digo en serio, cuándo te digo que me pegues con todas tus fuerzas, cuando me vas a dar un beso y escupo en tu boca, cuando te digo que eres especial, o que lo somos, es sólo una triste broma, si digo que tus ojos son entre rojo y azul es una broma, son verdes.

No intentes descubrir lo que no es broma porque todo en mi es una broma, yo soy una broma, tú también eres una broma, y si esto no tiene sentido recuerda que es mi realidad y me evado cuando quiero.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Y si viviera una vez más,
¿me volvería a equivocar otra vez?
Sí, no te quepa duda,
hasta la locura
y hasta el dolor.

El grande Nacho Vegas.

jueves, 28 de agosto de 2008

Gonzo.

Me estoy convirtiendo en el viejo de las películas, ese con un pasado brillante que ahora se acuesta todas las noches mareado, con ganas de vomitar, arrastrando los pies hasta una cama sucia, arrugada y amarillenta. Ayer ni siquiera era tarde, y mi cabeza buscaba desesperada el suelo, la horizontalidad, el negro olvido que es el sueño.

¿Cómo he llegado a esta situación donde hastío y desidia gobiernan mis días y anulan mis noches? Es triste decir que sé que debo afeitarme cuando los pelos que surjen de la comisura de mis labios me atragantan. Su sabor rancio, su olor putrefacto y su textura seca son una sensación cotidiana que no me resulta repulsiva, además, me resulta curioso ver las expresiones de asco de la gente que me mira. No sé cuándo me acostumbré a que la gente se apartase de mi camino, como si fuera un apestado que muestra sus bulbas publicamente en la edad media. Las uñas de mis pies, infectas, supuran en tonos pastel y mostaza, dejando a mi paso en rastro maloliente, nauseabundo.

De repente mi existencia es bizarra, surrealista. Gusanos que caminan erguidos deforman su extremo superior y con una mueca espantosa sonríen a mi pálida figura, levantan una pata con la que sujetan un pañuelo blanco, comen hojas de parra, hilan pantagruélicos ovillos de seda que surjen de sus anos, dilatados y desmesurados.
Los miro en silencio, camino entre ellos, pero no me atrevo a hablar, ni aunque parezca que ellos me saludan, tengo la certeza que una sagrada jerarquía puede ser violada, que lo mejor que puedo hacer es guardar respetuoso silencio a los invertebrados.

martes, 12 de agosto de 2008

Se fue sólo y volvió por la mañana, sonrisa perenne en su rostro deformado por el cansancio y el alcohol. Se que no valgo para nada, me dijo mientras enrollaba un billete de cinco euros, pero la quiero como nunca antes.

Hacía unos meses que ella lo había dejado, pero de vez en cuando todavía se veían, donde hubo fuego... Otras veces no follaban, sólo se encontraban para poder discutir y hacerse daño, cuestión de costumbres, a veces ella sólo le decía que se había acostado con otro, él que se había ido de putas. Muchas veces no era cierto, pero eso no importaba. Cada uno pensaba que el otro nunca sería capaz de mentirle, no cabe la mentira en una relación de amor como la suya.

Aquella mañana él llegó muy borracho a mi casa, hablaba de autodestrucción, de odio y sin dejar que una sola lágrima se acercara a sus ojos me dijo que cuándo le diera por ahí se iba a suicidar, que acabaría colgando del techo de su casa, pero antes vendería todos los muebles, se quedaría sólo con la silla que empujaría con sus pies. Yo después de mirarle a los ojos sólo pude negar con la cabeza y ofrecerle otra cerveza. Siempre hay una cerveza en mi casa para un amigo.

martes, 29 de julio de 2008

Arranca de mi pecho el corazón caliente,
y latente,
permite a mis labios que besen,
que deseen
las arrugas profundas de tus sienes,
de tu frente,
déjame que apoye la cabeza en tu regazo
con la mirada ausente,
huye conmigo y brillemos en la noche oscura
como la estrella de oriente.


Una vida juntos,
revueltos, mezclados,
mil noches de aromas azmilclados,
caricias, sonrisas, pecados,
confidencias, gritos, mordiscos,
agarrados de la mano seremos uno,
que ya no importa si no existo,
si una mañana fría no despierto,
si tu descansas a mi lado.

lunes, 21 de julio de 2008

Almas

X

Cada vez soy más cínico e irresponsable, cada vez que me despierto un poco más escéptico. Ayer compré un alma nueva, me voy a hacer reventa, hoy en día hay una gran escasez de almas. Simplemente por la situación del mercado las almas son una buena inversión, como los dientes de oro. El oro siempre vale mucho porque es dorado, supongo. El alma que compré es blanca y resplandece cuando alguien la mira, por cierto, vendo la vieja. Está un poco corrupta y ennegrecida, ya no se agita cuando ve a una niña llorar ni tiene miedo de perderse en una noche infinita. Diría que incluso le gusta la noche, pero detrás de la negrura se esconde algo bueno. Creo que expresidiarios y políticos podrían estar interesados. La vendo barata, pero si eres el hombre de traje gris, absténte.

domingo, 13 de julio de 2008

La suerte nunca viene...

si la estás buscando, es como un caudaloso río que arrasa con todo lo que encuentra, descauzado, sólo deja suciedad en los bordes y las plantas con formas extrañas, como si se hubieran peinado. Busco la inspiración que me ayude a sobrellevarlo en la calle, en las baldosas mojadas por la tormenta de verano de las que brota en forma de bruma su calor tras una tarde de bochorno, en la brisa que me despeina mientras estoy oliendo el mar. Un viejo con la barba ya blanquecina pesca en el puerto con un anzuelo y trozos de pan mientras me habla de sus años en el Gran Sol, yo lo escucho paciente pero no me inspira, quizás necesite algo más, quizás sea necesario dar otro paso.
-No tienes que buscar siempre el estímulo más inmediato, no puedes confundir placer con felicidad.
Ni por instante se me paso por la cabeza ser feliz, eso es una utopía, una ilusión creada por una mente fantasiosa. Si entendemos la felicidad como un estado mental prolongado, como una situación que se mantiene en el tiempo, durante una vida, no existe. Podemos creer que somos felices durante un periodo más o menos largo, pero siempre algo nos perturbará y de alguna manera ensuciará ese estado mental. Si la felicidad no es duradera, si es efímera, incluso de una forma insultante y grosera, ¿no será eso que llamamos felicidad simplemente placer? Sin duda la duda es razonable, por mi parte me quedo con el placer, los diez minutos donde el sol surje en el horizonte, un soplo de cariño que recorre una nuca, un cuerpo caliente que se mueve a tu lado, es lo más parecido que podrás encontrar a eso que llaman felicidad cuando quieren decir (...)

lunes, 7 de julio de 2008

He regresado.

He regresado, tras unos dias, semanas, de la más ignomiosa pereza o desidia, hoy he vuelto a resurgir de mis cenizas, todavía candentes. Miro hacia atrás y veo tiempo perdido, segundero maldito siempre dando vueltas, hoy me revelo contra todo y escupo al cielo, sólo para esperar la caída del salivazo. Limpio mis ojos y lo veo todo claro, las preocupaciones eran hojas marchitas que se lleva una brisa de verano, ese dolor de estómago que no me deja respirar se cura con una pastilla multicolor, vitaminas, reconstituyentes, cocaína, alcohol de muy alta graduación, gominolas con sabor a regaliz, empanadillas de carne. Se que me estarás vigilando por si decido saltar. Espero que tus brazos sean recios y no quiebren al recogerme, por si acaso me pongo a dieta de lentejas y melocotones. Es verano, he vuelto a nacer, a la vida a la juventud, hoy que mis pies se despegaron del suelo y no puedo escuchar nada, grito para que no te coja de sorpresa cuando salte al vacio.

Aquél hombre me mira extrañado, creo que es porque no me conoce, sonrío y me quito el sombrero, él mira y sonrojado levanta la mano en forma de saludo, parece más tranquilo ahora que lo he bendecido, y ya no mira extrañado, sólo sonríe porque ahora ya me conoce, ya cree conocerme. Me pongo las gafas de sol aunque sólo se ven nubes, cada vez siento con más fuerza que he renacido, y ya no sangran mis estigmas.

domingo, 6 de julio de 2008

Edipo.

Era butanero, castigado a cargar con dos bombonas desde que la luz del sol aparecía hasta que marchaba por poniente, se reveló a los dioses y nos dio el fuego, ahora se pasea en una IVECO esperando que alguien silve desde una ventana tan alta que no sabe si lo llaman con los rulos puestos o totalmente desnuda y lasciva para que el butanero se la ponga aquí. Pobre Edipo, le arrancaron los ojos y lo encadenaron a dos bombonas naranjitas, no desesperes porque ya casi se ha puesto el sol, ya casi estás libre, recuerda que si por la noche no puedes ver el vino de la tasca, su aroma y su sabor te recordará que sigues vivo, moderno Edipo, orgullo de los hombres, que se rió de los mismos dioses.

lunes, 16 de junio de 2008

Dedicado.

Los domingos son fríos y oscuros. Me llamas y me dices que todo ha sido culpa mía, que no valgo para nada, que lo llevo en la sangre que nunca cambiaré. Me llamas un domingo por la mañana y sabes que aún te quiero, si tú ya sabes cómo estoy, si tú ya sabes que a veces siento que muero.
Apaga ahora un cigarro en mi vientre como si fuera un cenicero, deja que la llaga se infecte y surjan gusanos que se alimenten de mis entrañas marchitas este domingo frío, cuando me llamas para saber si estoy muerto.
y noto en tus palabras que me has echado de menos, y por eso vuelves a hundirme en la mierda,
para que pida perdón por esas noches eternas, por mi alma yerma, por hacerte objeto de mi deseo,
pero yo recuerdo los poemas que escribí y me devolvió el cartero,
y no acepto tus disculpas pues hoy me encuentro vacio y no se si volveré a estar lleno.

domingo, 25 de mayo de 2008

Tonto el que lo lea.

Hay días en que la mierda flota a tu alrededor como si vivieses en ella. Una mierda espesa como gelatina, de la misma textura. No importa, deja que tus manos ardan hasta consumirse, deja que se pudra tu aliento, desde lo más negro se puede ver siempre una luz que brilla, una sonrisa, un amanecer después de una noche larga, un cuadro acabado, una frase perfecta en ese libro que está esperando que lo empieces a leer, sólo los elegidos podemos ver la belleza en el viento, alborozados correr desnudos mientras llaman a la policía.

Ojalá fuese como esos que hablan de estas cosas y después lo moralizan, buscando un sentido a lo malo, sí, a lo peor. No le deis más vueltas, no hay más que buscar. El cáncer nos persigue y nos azota, pero el caos es agradable pues también el desorden puede tener una armonía, una conveniente mezcla de suciedad y objetos valiosos. Si todavía no finalizan tus brazos en muñones, estíralos para que pueda vomitar en ellos, acaríciame después con ese pestilente aroma, ¿no queréis ser artistas?, bienvenidos a vuestra existencia, yo ceso en el empeño, ya podeis correr delante de un toro, mi alma se pudre buscando satisfacción pero sólo encuentro frases inacabadas, dejaré que la bestia me alcance, no voy a saltar de la vía cuándo llegue el tren, no piendo sonreír en la foto, no puedo estar satisfecho, va en contra de mi personalidad.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Sinestesia

Hoy te estuve buscando pero no te encontré, estarías comiendo o en una sala porno(peep show), no me importa en realidad, el tiempo es algo contínuo y el espacio se puede romper. Hoy estoy sinestésico perdido, saboreo el olor de una mierda en el parque, siento, escucho los colores de los coches que pasan a mi lado, agarro el sabor de tus labios y lo palpo con DESEO, a los masoquistas se les ilumina un área en el cerebro relacionada con el placer cuando alguién les daña, es todo cuestión de química, todo es sinestesia, todo a veces es una sinrazón razonada, una hoja marchita que florece. Hoy te estuve buscando pero no te encontré, quizás estarías cenando o en un gang-bang, no me importa en realidad.

martes, 6 de mayo de 2008

Me lo estoy pasando bien.

El sol es fuerte, el sudor hace que la camiseta se pegue a mi piel, a veces la pregunta más clara es una pregunta con trampa, otras simplemente un insulto, le cuento un chiste a alguién que acabo de conocer, sonríe y me dice que me va a invitar a algo, cuánto más húmedo mejor, ¿cuándo? Ahora. Una lágrima solitaria recorre mi mejilla e ilumina mi mente por un instante. El pelo a lo garçon y una patilla de otros tiempos, el perro se deja acariciar, él me da un beso con aroma a cerveza y autodestrucción, ella se frota en mi rodilla y se abraza a mi pasando su lengua por mi cuello.

- Le decimos que no cogió el teléfono y nos vamos para casa.

Él llega con los planes cambiados, el hombre era grande y tenía una camiseta negra con drácula y frankestein, se parecía más al moderno prometeo de Mary Shelley, también robó el fuego a los dioses y nos lo entregó a nosotros, en dos bolsitas de plástico negro, poco después psicoanálisis, sinceridad, jaquecas, un judío con la cabeza afeitada se perfora el cráneo con un taladro, el nombre de Dios se compone de 216 dígitos, estoy cerca de conocerlo, lo buscaré en la papelera del parque.

domingo, 27 de abril de 2008

Sin titulo no? total...

Unas rocas sobresalían doscientos metros mar adentro, en ellas la fuerza del atlántico rompía en una espuma blanca que refrescaba sólo con su presencía lejana. Hasta la costa la mar llegaba calma, un diminuto golfo donde descansaban las barcas y artes de los pescadores, hace años se veían muchas más, ahora quedaban apenas dos docenas que se mecían levemente.

La terraza era grande, cuándo nosotros llegamos sólo una pareja estaba sentada, bebiendo cerveza y fumando, ella lucía un tatuaje en donde unas rosas se mezcablan con estrellas, él una camiseta chillona con un marcianito en la espalda, la chica protestaba porque un amigo suyo perdía el control cuándo se metía coca, él asentía con la cabeza, pero no hablaba, la chica era guapa pero me cansé pronto de escucharla. Me concentré en las olas rompiendo con fuerza en las rocas, era casi hipnótico, o quizás fuera el dorken, a mi lado hablaban y se reían, el sol era maravilloso, la música cada vez me gustaba más, me quité las zapatillas y con los pies descalzos fuí siguiendo el ritmo, enseguida se refrescaron, y sin darme cuenta sonreía mientras la blanca espuma me refrescaba desde muy lejos. Quizás fuera el dorken.

Decidimos volver a la realidad, me calcé y fuimos rodeando el monte de San Pedro hasta llegar al Millenium, la Torre de Hércules se veía en el otro lado, hermosa como siempre, yo seguía estando feliz. Diez minutos después un coche delante del nuestro le pitaba a una señora para que apurase el paso mientras cruzaba la carretera, a nuestro lado pasó una motocicleta sin tubo de escape, dejó un olor a gasolina y aceite en el aire, unas adolescentes gritaban en la acera una canción de moda, noté como como poco a poco el sol se escondía, y tuve la certeza de que no, no era el dorken.

lunes, 21 de abril de 2008

Sólo son las dos.

Sus ojos eran muy claros, no se si azules o verdes, miraban mucho más lejos de lo que debieran, como si estuvieran perdidos, él me dijo que era gallego aunque fuese rubio y de ojos claros, y toda su familia también, desde tiempos inmemoriables, a mi no me costó creermelo.

-Vaya loco, que ya se va para casa.

Lo miré con incredulidad, no había entendido nada, para que me molesto. Llega una edad que se supone debes entender la angustia todos la vivimos alguna vez, hay gente que se muere sin profundizar en nada, que vive en la felicidad o la miseria más absoluta y no se plantea el porqué de sus sentimientos, de sus emociones, que simplemente se encuentra bien o mal. ¿Todos los locos están en la calle de madrugada? Yo tengo ganas de llorar y sólo son las once, tendré que trasnochar para que me tomen en serio, sin embargo, cuando me dijo aquello, desde aquellos confusos ojos claros (blancos), me sentí mucho más cuerdo que hacía unas horas y me quería ir a casa.

viernes, 18 de abril de 2008

Seis meses.

La consulta del médico estaba llena de jubilados y yonkis en busca de recetas. Yo entonces ya sabía que me estaba muriendo. Espere casi una hora a que el pequeño altavoz anunciase mi nombre, la gente me miraba con envidia mientras entraba en la consulta. El doctor estaba sentado en su escritorio, le saludé pero ni se molestó en levantar la vista de los papeles que ojeaba, supongo que se trataba de mi historial médico. No parecía muy excitado, imaginé que se encontraría con hígados cirróticos y pulmones nicotínicos todos los días. Cuando levantó su mirada hacia donde yo me encontraba, vi reflejada en sus ojos una masa informe de órganos putrefactos, empezó a hablar, de paliativos, morfina, anestésicos, repitió dos veces "horribles dolores" Yo tenía ganas de escupirle en la boca, a ver si con suerte le contagiaba uno de mis cánceres. Él seguía hablando, escuché "seis meses", nada nuevo, quise mesarme el pelo, pero recordé que ya no tenía, ¿no finalizaría nunca su letanía? Seguía pronunciando palabras mientras escribía mis recetas, al final arrancó un montón de hojas de su block y me las alargó con su mano, en su boca había una sonrisa que mezclaba empatía y condolencia. Me sentí mal, cogí las recetas y no pude evitar preguntarme cuántas pastillas cogen en un hombre.

Salí del centro de salud y las ganas de fumar me agobiaban. El viento y la lluvia no me permitían encender el cigarro. Volví a entrar y cerré la puerta, allí si pude encender el pitillo, con dos profundas caladas. Una enfermera me miraba, mezcla de asco y compasión, yo dejé que el cigarro se descolgara en la comisura de mis labios, miré de forma decidida a los ojos de la enfermera, desafiante, ella, avergonzada, agachó la cabeza y se alejó por el pasillo. Sonreí, nadie le sostiene la mirada a un moribundo.

miércoles, 16 de abril de 2008

XboX

Me lavé la cara con agua fría, cuando saqué la cabeza del lavabo mi rostro se mostraba en el espejo pixelado, pensé que quizás tenía que cambiar la resolución de pantalla, que no tenía mucha definición. El pasillo era muy estrecho, la oscuridad ocupaba toda la casa. En la mesa del salón un mando inhalámbrico vibraba en soledad, a su lado un teléfono mostraba con unas luces encendidas un número infinito de llamadas perdidas, una vida abandonada por otra más divertida.

En la pantalla, luz, un asesino escala una torre, en lo más alto de ella, la libertad, la venganza, la sed de ella me mueve. Una combinación de botones consigue que mi cuerpo se eleve por el muro con la agilidad de un felino, me sujeto a un madero que sobresale convenientemente, en lo alto, la luz del sol no permite otear el horizonte. De espaldas, el ladrón de mi honra, mi objetivo, observa como sus tropas arrasan el pueblo sin clemencia, en el aire gritos de mujeres, niños y ancianos resuenan como una liturgia. En modo sigilo me aproximo lentamente, de mi manga un filo de acero se descuelga, he esperado muchos años para esto, el malvado gesticula con sus manos un gesto de victoría, aún no me ha escuchado. De repente suena un timbre.

¿Quién puede ser? Abro la persiana y la luz del día entra en el salón por primera vez en días, los rayos de sol atraviesan las motas de polvo que flotan en el aire alborotadas. Mientras me dirijo a la puerta siento que me mareo, una sensación de irrealidad me acompaña. Cuando abro mi madre entra sonriendo, trae bolsas de comida, y me ofrece un café. Pienso que sería yo el que tendría que ofrecérselo, no ella a mi. Durante la siguiente media hora me hace preguntas que no quiero responder, me habla de novias, de objetivos, me dice que tengo la casa muy sucia. Pronto la única pregunta que me vino a hacer sale de su sonriente boca, ¿Buscas trabajo? No quiero responder, me mantengo en silencio un instante, después busco desesperadamente el mando para poner mi vida en pausa.

sábado, 12 de abril de 2008

La desgracia ha sido mi dios. Me he tendido en el cieno. Me he secado con el aire del crimen. Le he gastado buenas bromas a la locura.

Y la primavera me trajo la risa horripilante del idiota.

Arthur Rimbaud.
Poeta y traficante de armas.


Hacía ya meses que no llovía, el aire estaba cargado, casí había perdido su transparencia. En un pequeño campo de tierra mil niños jugaban al fútbol, cada patada levantaba un pequeño hongo radioactivo. Me miré las manos, cada vez más sucias, cada vez más grandes, supe que me quedaba poco para acabar. Con tanta calor el asfalto de la carretera sudaba, distorsionaba el aire y no te permitía ver el horizonte, mis pasos no tenían rumbo, mi cabeza no albergaba pensamientos, en mi boca hacía tiempo que no había saliva que tragar. No se porqué pero me encontré fatigado, hastiado, supe otra vez que ya me quedaba poco, giré la esquina, volví a acordarme del Profeta, mi mano se cerró en el bolsillo y salió un puño, en un instante lo vi claro, era mi destino y mi fé lo que me movían, era mi deber, mi obligación. LLegué a un parada de bus, estaba llena de niños y de madres que los perseguían, algún jubilado regresaba a casa o al asilo. De repente el miedo se apoderó de mi, el sudor corría por mi frente, mi cuerpo temblaba hasta la convulsión. Una mujer se acercó a mí, pronto comprendió y empezó a gritar, el revuelo causó histeria, los niños lloraban, un soldado corría hacia donde yo me encontraba, gritaba y gesticulaba, yo nunca aprendí su idioma, sentí como las lágrimas rebosaban las cuencas de mis ojos y corrían libres por mis mejillas, pensé Alá es grande y abrí el puño en mi último gesto de redención.

Un gran estruendo y unos segundo de silencio apocalíptico, una rápida lluvía de sangre cubrió el aire, seguía haciendo meses que no llovía.

viernes, 11 de abril de 2008

Horror.

Cuando me desperté me dolía todo el cuerpo. Había dormido sentado, mi espalda desnuda apoyada contra la pared de hormigón. El sudor hiciera que la piel se adhiriese al cemento,la primera vez que quise despegarme grité de dolor. Mis brazos eran torpes, estaban llenos de moratones y pinchazos infectos. Quise recordar qué hacía allí, pero al verte tumbado a mi lado me acordé, cerré los ojos para que la cabeza dejase de latir, una náusea casi me tumba, te dije algo, que te levantaras, pero no respondiste. Arriba que ya es tarde, yo me había puesto de pie pero caminaba encorvado, te dí una patada de buenos días, y por primera vez, sonreí. Tenía hambre y recogí la bolsa plástica con los yogures y la fruta, serían un buen desayuno, con suerte dejaría de temblar y mi cuerpo se enderezaría. Me fijé en tus botas militares sin cordones, era como un sueño nebuloso y mezquino, estabas inmóvil, los pantalones vaqueros estaban muy sucios, tenías el cinturón enredado en el brazo, flojo caía hasta el suelo. Cómo si me dieran un golpe me dí cuenta que la piel de tu cuerpo era de un color morado que transmitía una sensación de frío que llegó hasta mi espalda de un latigazo. Me acerqué a tí lentamente diciendo tu nombre, tu rostro era un gesto de horror, las ojeras ríos de infortunio, en la comisura de tus labios se había secado la espuma que salió de tu boca. Te agarré del brazo y quise que te levantaras, pero no me llegaron las fuerzas, al mover el brazo la jeringuilla que todavía estaba dentro de tí se movió como un burlón péndulo. A mi me pareció una burla, entre el acero de la aguja y tu piel, sangre coagulada sellaba tu destino. Perdí los nervios, la vida ahora si que era horrible, te sujete por los hombros y empecé a balancearte frenético. No podía creer que te hubieras muerto, que le diría ahora a mamá, tendría que mentirle, pues la verdad, como siempre, era terrible.

jueves, 10 de abril de 2008

Pensando.

Estoy sancionado, mucho tiempo para escribir y las musas comiendo higos en una higuera. Sólo me queda pensar.

martes, 8 de abril de 2008

Esta sonrisa que me llega como el poniente
que se aplasta contra mi carne que hasta entonces sentía
sólo calor o frío

Leopoldo María Panero
Primer Amor

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Su piel brillaba desnuda al sol. Lucía unas gafas enormes que cubrían casi por completo su rostro, el cabello lo tenía recogido en un moño que dejaba ver su delicado cuello desnudo. Su cuerpo apenas vestía dos pulseras de cuentas y conchas marinas, adornándolo. Arena húmeda se había adherido a su piel, cubríéndola de un brillo dorado. Yo cada vez estaba más excitado.

- Ojalá este tiempo dure para siempre -me dijo sonriendo.

Se me vino a la mente que era imposible que los días soleados durasen para siempre. Miré al cielo y no ví ninguna nube que me hiciera pensar que ella podía estar equivocada, así que me pareció bien que a partir de aquel día todos los días fueran soleados.

Había bajamar, y la marea había dejado en la playa una gran franja oscura de arena endurecida por el agua. Nunca soporté el calor de la playa, el sol hace que sude, se me enrojezca la piel e incluso llego a marearme. Me iba a levantar para ir a la arena húmeda, se lo diría y no le importaría, todavía nos quedaban mil tardes soleadas. Me estaba levantando y me volví a fijar en su piel, un poco más morena ya, el sol se reflejaba en las lentes de sus gafas. Su cuerpo estaba precioso sólo adornado con dos pulseras de cuentas, estiré mi pierna y arranque con un dedo del pie arena seca de su muslo. Decidí que podía aguantar diez minutos más, se estaba levantando viento, pronto llovería.

jueves, 3 de abril de 2008

Fotografías.

- Nunca se hacen fotos de momentos tristes.
- Antes si, antiguamente se hacían retratos de cadáveres antes de velarlos.
- Sí, pero ahora ya no, ahora sólo se guardan momentos alegres, bautizos, bodas, nacimientos...

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Cerró la puerta por última vez, dio dos vueltas a la llave con sus sucias y embrutecidas manos, la antigua cerradura parecía todavía recia. Nunca volvió a aquella casa, recuerdos de una vida quedaron olvidados. Hacía mucho tiempo que por los pasillos de la casa los gritos y risas de los niños se habían apagado, también los alaridos de rencor que se intercambiaba con su esposa habían dejado de resonar en las desconchadas paredes. Dentro, baldosas rotas, bombillas fundidas, un todo tristeza y suciedad. Algún ratón buscaba comida sobre la carcomida mesa del salón a la tenue luz de los rayos de sol que se colaban por una ventana rota, motas de polvo brillaban en el aire inundando de una fina niebla toda la casa.

Las paredes y los pocos muebles que quedaban en la casa estaban repletas de marcos con sus fotos, incluso algún álbum yacía con sus hojas abiertas en el suelo. Había marcos de madera, de plástico, en tiempos algún marco de plata adornó la casa, pero se empeñó llegado el momento, como todo lo demás, para comprar algún cartón de vino. El polvo todavía dejaba ver los rostros de las fotografías, siempre sonrientes, con trajes elegantes o en bañador en la playa, niños casi embriones, recién nacidos, alguno en la incubadora, todos momentos felices en existencias, por lo normal, miserables.

Pasaron las horas, los días y llegaron incluso a transcurrir años, el silencio sólo era interrumpido por alimañas que se colaban en busca de comida o vagabundos en busca de refugio. los niños rompieron las ventanas a pedradas, la casa quedó a la vista, pero el polvo siguió acumulándose en todo lo que yacía inmóvil. Poco a poco un espeso manto cubrió las fotos, ocultando las sonrisas y los trajes de gala para siempre, haciendo que ni un recuerdo quedara visible en medio de aquel silencio eterno. Gracias a Dios nadie puede fotografiar sentimientos, nadie puede tampoco enmarcarlos, sólo se fotografían momentos alegres, bautizos, bodas, nacimientos...

viernes, 28 de marzo de 2008

Me voy



Nos vamos a verlo, la putada es la Rosenvinge, lo se, lo se.

Vértigo


Subió de mi estómago a mi cabeza con la velocidad de un rayo. Todo giraba a mi alrededor, como en órbita, me agarré a lo primero que pudieron asir mis manos, pero cedió en un segundo, y me encontré en una espiral sin fin que me engullía. Cuándo llegue al suelo mis manos intentaban fijar el mundo, pero sólo un metro cuadrado seguía inmóvil, todo los demás seguía en su infinito viaje circular. En un instante mi boca se llenó de saliva que rebosó, cayéndo en un delgado hilo que formó un charco entre mis dos manos extendidas.

- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Te vi en el marco de la puerta, tu cabeza estaba quieta y fija, pero tu cuerpo era una especie de péndulo que no cesaba de oscilar, cinco como tú se acercaron a mi desde cualquier punto, me agarraste de las axilas y ayudaste a que me incorporara.
Sentado, sentí como poco a poco la saliva se convertía en un agrio líquido, mi cabeza no paraba de dar vueltas, y de repente mi cuerpo se encogió y luego se estiró de nuevo, una masa de alimentos y jugos surgió de mi garganta y llenó mi boca hasta que la presión hizo que me convertiera en una extraña fuente de color. Rápidamente el ambiente se cargó de un olor desagradable, un olor que me recordaba a tiempos lejanos. Casi incosciente me di cuenta que me tumbabas en la cama, quise decir algo, pero sólo acerté a ladrar.

Con los ojos cerrados, de repente sólo silencio, tranquilidad, sueño.

lunes, 24 de marzo de 2008

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Espere con paciencia a que el viento cesara y las nubes rompieran a llover. Las gotas empapaban mi cuerpo y mi cabello. A mi alrededor la gente corría a refugiarse mientras yo, inmóvil, me mantenía con una sonrisa de felicidad en la mitad de la calle, impasible. Cada gota que golpeaba mi cuerpo era un breve instante de gozo, me pareció que alguna nube se apartaba o desaparecía, y los rayos del sol que atavesaron en el espeso manto desmenuzaron las gotas de agua en brillantes colores que iluminaron el cielo. Vi un millón de mariposas y escuché la risa más alegre del mundo, una mujer desnuda levitaba a mi lado y con cuidado susurró muy cerca de mi oído:

- Bienvenido al punto más álgido de tu maravillosa vida bipolar.

jueves, 13 de marzo de 2008

Soledad, (en este horror no hay literatura)

El colchón no tenía somier, estaba en el suelo, dos guías de teléfonos a cada lado realizaban las labores improvisadas de mesillas. Una amarillenta foto descansaba sobre un modesto marco de madera, dos niñas juegan con sus muñecas. Él estaba acostado sobre el colchón, con los ojos abiertos miraba el techo que estaba demasiado cerca. No se merecía aquello, vivía en un inmundo trastero. Miró a su derecha y vió la montonera de cacharros sucios, latas de conserva e inmundicia que amenazaba con cubrir toda la casa de moho. No quiso verlo y cerró los ojos, sólo un instante, y giró la cabeza, dónde sabía le esperaba la amarillenta foto. ¿Cuántos años hace ya de eso?

Cree recordar que un día tuvo una familia, pero el recuerdo se hunde en un mar de barbitúricos y alcohol, quizás sólo lo soñó, aquellas cenas de nochebuena con marisco en la mesa, regalos para los nietos y alcohol. Siempre recuerda el alcohol, quizás eso fue lo único que existió en su vida. Pero él cree recordar, y recuerda hijos,y amigos y alcohol, y cree que un día estaba trabajando y le iba bien, y se acuerda de una mujer, vagamente recuerda cuarenta años, y le parecé que una vez le pegó y que se rió de ella, y vuelve a recordar el alcohol.

Le gustaría saber quiénes son esas niñas, seguro que si se esfuerza puede recordar cómo eran y que les decía, quizás pueda recordar el día que nacieron o sus primeros pasos. Saca un cigarrillo negro de un paquete blando y lo enciende con una larga calada, se fija que los calcetines están rotos y su dedo gordo parece un mejillón de larga que es la uña, sonríe por un instante, mientras el humo sale en bocanadas de su boca. Está seguro que recuerda el nombre de las niñas. Se incorpora con dificultad, y camina hacía la montaña de humedad que descansa en el fregadero, escoge el vaso menos sucio y lo enjuaga rápidamente, en una bolsa plástica guarda tres cartones de vino. Sus temblorosas manos apenas tienen la fuerza suficiente para abrir el vino, que se desparrama por el suelo y por sus sucias manos. Ingiere un puñado de pastillas diminutas, y de sólo un trago bebe el vaso de clarete. No se sentía bien, su vista jugaba con los objetos que estaban a su alrededor, el marco de madera giraba entorno a su cuerpo como un satélite en torno a un planeta baldío. Sacó otro cigarrillo, era ya el último, y con su temblorosa mano lo encendió decidido, antes de echarse en el raído colchón.

Su cabeza esta mareada, a su pecho le cuesta respirar, y gotas de sudor cubren su decrépito cuerpo. Quiere recordar a las niñas de la foto una vez más, y le parece escuchar carcajadas inocentes resonando en el pequeño estudio, tiene su nombre en la punta de la lengua, y se esfuerza en pronunciar, pero la tos en ese momento se vuelve convulsión, y en un esputo rojizo que sale por su boca y deja una mancha extraña en el colchón. Cuando se da cuenta sus pulmones se han olvidado de respirar, y aunque él quiere recordar, un segundo antes de que su corazón deje de latir, le da tiempo a pensar que será una suerte si el hedor de su cuerpo putrefacto alerta a los vecinos.

sábado, 8 de marzo de 2008

Nada importa.

Según los clásicos griegos, la ataraxia es un estado mental que consiste en el control de las emociones y los sentimientos para alcanzar de un modo sencillo la felicidad. Es sencillo imaginarse a Mersault al lado de Epicuro, susurrándole al oido me importa una mierda, mientras el griego le ofrece una pastilla de color violeta.

Vivir por el simple hecho de vivir sin darle mayor importancia es sin duda un arte, y prácticarlo sin caer en pensamientos suicidas una habilidad que pocos alcanzan. Es difícil despreciar el dolor de quién quieres, aunque filosóficamente hayas tomado una postura de indiferencia y menosprecio ante el drama y la angustia que acarrea la vida. No querer es un precio demasiado alto.

No tengo ninguna duda de la importancia de quitarle hierro a las situaciones cotidianas que nos son adversas es la raíz de la serenidad y el progreso moral, y también de un estado que se puede parecer a lo que una vez se denominó felicidad, sin embargo, cuando el camino te pone delante un obstáculo que no puedes saltar, ¿cómo afrontarlo sin caer en el drama? Es realmente difícil y frustrante no ser capaz de no darle importancia, de dejarlo pasar como una ola que rompe en la arena y vuelve a engullirla el mar. Seguro que si Mersault hubiera existido, y su historia fuese real, cuando estuviera en su celda esperando la hora de su muerte, no desearía que la multitud lo recibiera con gritos de odio, si no que pediría perdón, y suplicaría por su vida.

martes, 4 de marzo de 2008

Un ratillo del trabajo.

Me despierto en un colchón que está tirado en el suelo, por la ventana entran unos débiles rayos de luz que golpean con fiereza mis ojos y mis sienes. Oigo un chorrear contínuo, supongo que estoy meando.

Me levanto dificultosamente y observo horrorizado que el colchón está lleno de moho, y mi cuerpo tiene un color verduzco, como si fuera radioactivo. El frescor del moho es agradable, así que me pongo los pantalones, recojo las gafas de sol del viejo parquet y salgo a la calle, descalzo y con el torso desnudo de un color verde ciénaga. Mi barba es larga y desaliñada, fruto de varios meses de abandono, los pelos que entran en mi boca me recuerdan al inmundo colchón.

El sol golpea fuerte mi rostro, y poco a poco asumo que mis gafas de sol son demasiado pequeñas y no me vendría mal un sombrero de paja. Al final de la calle una mujer muy alta y delgada baila encima de un barril de ron. Lleva un sombrero extraño.

- ¿Qué llevas en la cabeza?. Mi voz suena como si nunca antes hubiera sido pronunciada. Ella me mira lentamente, sus ojos son verdes, del color de la ciénaga.

- Una sandía abierta y tres raspas de sardina.

Mi mente se colapsa, el sol cada vez es más caliente, y mis gafas de sol más pequeñas.

sábado, 1 de marzo de 2008

Poeta (fragmento de algo más grande que no termina)

La noche caía fría en la ciudad, en alguna habitación silenciosa y oscura unos padres lloraban a su hija muerta. Mientras, el poeta observaba desde una azotea las luces que dotaban de un halo divino los edificios que rozaban las nubes. Se frotaba las manos para desentumecerlas, mientras una mueca se formaba en su boca dejando ver cada vez más una encía descarnada que mostraba casi completamente la raíz de su colmillo, afilado e infecto. Sus pensamientos ya no son ahora románticos, y donde antes surgían bellas palabras ahora sólo brota bilis de un hedor que emponzoña el aire a su paso, marchitando las flores y atrayendo moscas, insectos y ratas que buscan alimento en la suciedad que flota en el ambiente. El Poeta seguía recitando, pero su objeto de inspiración ya no era su Musa, ni cosas bellas que enternecen, si no la oscuridad, el arrepentimiento y la muerte, sobre todo la muerte, que ejercía una inspiración sobre él que nunca antes había sentido. Sentir en sus manos un cuerpo inerte, todavía caliente, era algo que no podía explicar con versos, pero que llenaba su alma de una tranquilidad que le era cada día más necesaria. Su conciencia se agitaba inquieta mientras él notaba que la necesidad de comprender la muerte lo inundaba de sentimientos, lo hacía reir y llorar y convertía su vida en una vida, real.

jueves, 28 de febrero de 2008

Transformación. (Metaformaseándose)

Supo que estaba muerto cuándo vio que su rostro no se reflejaba en el escaparate, quiso calentar sus manos, cada vez más grandes, con su aliento, pero el escalofrío que recorrió su espalda hizo que de la garganta brotase un aire frío, un viento polar que fundió sus dedos, haciendo que su manos quedasen unidas, atando sus brazos ahora en un sólo apéndice que comenzaba en un hombro para terminar en el otro, dejándo un nudoso muñón en el centro.
Muerto, con un gesto de oración perpetua, dificultosamente empezó a caminar, arrastrando los pies, sacudido por los escalofríos que recorrían sus columna vertebral, que hacían surgir de su frente una cornamenta afilada, empezó a gritar, pero a su alrededor la gente rompía en carcajadas, celebrando cualquier fiesta, y sus risas se propagaban por el aire, rebotando en las paredes y en los coches, cambiando de dirección de forma aleatoria, y ahora que ya era su muerte una certeza, y que su cuerpo ya no guardaba un atisbo de humanidad, le aulló a la luna llena, le aulló a la misma locura a la vez que pequeños estertores le hicieron escupir sangre, y en un segundo dejó de preocuparse, y ahora ya le daba igual, por fin la transformación se había consumado y extendería su reinado. La gente ya no se reía por la calle, tampoco brillaba ya la luna llena.

(A la espera de una ilustración, total, a ti te gusta) :D

martes, 26 de febrero de 2008

Nacho Vegas.



No se si conocereis al sumo hacedor de canciones, al Nick Cave o Townes Van Zandt español, con sus melodías interminables y sus letras llenas de amargura, auténticos tuneles oscuros en dónde se puede, sólo si te la imaginas, ver una pequeña luz al fondo. Poco se puede decir que no se haya dicho en la red del xixonés, su lírica invoca a mujeres suicidas, caballeros deshonrosos, siempre un ambiente intoxicado por heroína, rohipnoles y una busqueda total de la pura realidad, cuánto más cruda ¿mejor?, cruda está en su punto.

Recogió éxito de crítica de manera internacional con el grupo Manta Ray, uno de los precursores del noise en españa a principios de los 90, dentro del denominado Xixon sound, pero su cúlmen creativo llegaría con su carrera en solitario, abandonando el sonido british y adentrándose en el folk, tanto estadounidense como propiamente asturiano, sin abandonar nunca unos toques roqueros, elaboró himnos de la soledad y la marginalidad como El Hombre que casi conoció a Michi Panero, El jardín de la duermevela, La noche más larga del año, Blanca, o la terrorífica ocho y medio, canción de 9 minutos sin estribillo que sus fans cantan de corrido en cada concierto

Larga vida a Nacho Vegas, Nacho Vegas selección y también eurovisión.

No nos queda más que esperar su muerte, quizás ya cercana, para que su rostro, ahora sí, salga por televisión.
lucas15:1 Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.»

lunes, 18 de febrero de 2008


Aunque era de noche de mi boca brotó un arcoiris que iluminó por un momento la ciudad, ella hablaba en griego clásico, y se reía cuando yo eruptaba, pero de mi boca siete colores seguían surgiendo como un río espeso, que inundaba las calles de alegría.

Las personas charlaban bajo una lluvia perenne de alcohol, hablaban de vivir y de morir, hablaban de su vida y de la vida de los demás, algunas se besaban, empapados en recuerdos, y otros, pendencieros, escupían insultos a quien, erotizado, quisiera escucharlos, una noche iluminada por un arcoiris que nacía en mi garganta y se moría en poniente, donde el horizonte se pierde, se hunde y desaparece.

De repente, la lluvía se hizo mas fuerte, la madrugada se convirtió en día, y de mi boca dejaron de salir colores vivos. Un vulgar vómito lleno primero mi mente, y después mi garganta y boca, tú ya no hablabas lenguas muertas, y sobre tu rostro el maquillaje me dijo que habías llorado. Hace unas horas de mi boca surgían colores vivos, pero ahora el sabor de la bilis no me deja pensar, y tengo sueño.

domingo, 3 de febrero de 2008

Bares, que lugares...


Hace poco cerró el Triskel, lugar de encuentro de melómanos, drogadictos, vagos y expresidarios, que alguno habría. Y fue imposible no acordarme de los buenos momentos que ese bar a dejado en mi memoria, y por un momento me sentí viejo, recordando con añoranza el pasado, que ahora me doy cuenta, siempre será mejor.

Me embriagaron recuerdos, sentimientos, licores, aspiraciones, en el triskel me reí, me enfadé, escupí y a veces, sólo a veces vomité. Hoy, al lado de Ruper, ya en mi interior peino canas, y sonrío porque, al final, alguien se acordará que yo y Diego ganamos la última partida de futbolín en el Triskel, que en paz descanse.

lunes, 14 de enero de 2008

2008


El primer dia del año lo pasé en soledad, el sol de invierno brillaba alto desde primeras horas de la mañana, y yo disfrutaba de un vermouth en una terraza. El frío era intenso y yo tarareaba una canción de Nacho Vegas, mientras una pareja joven lidiaba con su retoño. El niño era como un rabo de lagartija cercenado, nervioso, giraba sobre si mismo mientras gritaba, en un completo estado catatónico, miro a los padres de la criatura y me acuerdo de los McCann, casi puedo comprenderlos.

Por la calle grupos de chavales regresaban a casa despues de una noche de celebraciones. Algunos deambulaban cansados, arrastrando los pies, bebiendo caldo limpio o chocolate, otros pasaban con los ojos como platos y las mandibulas chirriantes, me fijo en una chica que camina sola con los ojos llorosos, me enternece y estoy a punto de levantarme y decirle algo, pero vuelvo a mirar al vermouth, vuelvo a sentir el sol en mi cara y decido que no, que se está bien sentado, aunque el niño sea Demian y la chica este llorando, que todos alguna vez tenemos que llorar.

De repente, una sensacion de desarraigo me invade, pues no encajo en sus tribus, no llevo las mandibulas batientes ni saboreo chocolate con churros, me rodeo de soledad y espero a que pase el día, que ya queda poco, y despues que pase el mes, y después el año, que si esto es existir, quizás no merezca la pena.