domingo, 13 de julio de 2008

La suerte nunca viene...

si la estás buscando, es como un caudaloso río que arrasa con todo lo que encuentra, descauzado, sólo deja suciedad en los bordes y las plantas con formas extrañas, como si se hubieran peinado. Busco la inspiración que me ayude a sobrellevarlo en la calle, en las baldosas mojadas por la tormenta de verano de las que brota en forma de bruma su calor tras una tarde de bochorno, en la brisa que me despeina mientras estoy oliendo el mar. Un viejo con la barba ya blanquecina pesca en el puerto con un anzuelo y trozos de pan mientras me habla de sus años en el Gran Sol, yo lo escucho paciente pero no me inspira, quizás necesite algo más, quizás sea necesario dar otro paso.
-No tienes que buscar siempre el estímulo más inmediato, no puedes confundir placer con felicidad.
Ni por instante se me paso por la cabeza ser feliz, eso es una utopía, una ilusión creada por una mente fantasiosa. Si entendemos la felicidad como un estado mental prolongado, como una situación que se mantiene en el tiempo, durante una vida, no existe. Podemos creer que somos felices durante un periodo más o menos largo, pero siempre algo nos perturbará y de alguna manera ensuciará ese estado mental. Si la felicidad no es duradera, si es efímera, incluso de una forma insultante y grosera, ¿no será eso que llamamos felicidad simplemente placer? Sin duda la duda es razonable, por mi parte me quedo con el placer, los diez minutos donde el sol surje en el horizonte, un soplo de cariño que recorre una nuca, un cuerpo caliente que se mueve a tu lado, es lo más parecido que podrás encontrar a eso que llaman felicidad cuando quieren decir (...)

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