lunes, 16 de junio de 2008

Dedicado.

Los domingos son fríos y oscuros. Me llamas y me dices que todo ha sido culpa mía, que no valgo para nada, que lo llevo en la sangre que nunca cambiaré. Me llamas un domingo por la mañana y sabes que aún te quiero, si tú ya sabes cómo estoy, si tú ya sabes que a veces siento que muero.
Apaga ahora un cigarro en mi vientre como si fuera un cenicero, deja que la llaga se infecte y surjan gusanos que se alimenten de mis entrañas marchitas este domingo frío, cuando me llamas para saber si estoy muerto.
y noto en tus palabras que me has echado de menos, y por eso vuelves a hundirme en la mierda,
para que pida perdón por esas noches eternas, por mi alma yerma, por hacerte objeto de mi deseo,
pero yo recuerdo los poemas que escribí y me devolvió el cartero,
y no acepto tus disculpas pues hoy me encuentro vacio y no se si volveré a estar lleno.