sábado, 22 de diciembre de 2007

El secreto de la inmortalidad.



En una de las últimas entrevistas que le realizaron a Salvador Dalí, le preguntaron cuál era el secreto de la inmortalidad, se lo preguntaban al genio todavía vivo, uno de los pocos que disfrutó del reconocimiento antes de morirse, uno de los pocos inmortales vivos. Él no dudo un sólo momento y raudo contestó que el secreto de la inmortalidad residía en la hibernación de los moluscos. Así era Dalí y tenemos la suerte de tener un gran archivo gráfico dónde admirar su entrañable talento, prueben en youtube.

Sería increíble poder escuchar a copérnico diciendo que la tierra era redonda ante las miradas atónitas de sus contemporáneos, quizás una pequeña grabación en la que pudieramos observar como Quevedo se bate en duelo por su honor, plan John Cobra y el Batu, o un pequeño mp3 dónde la legendaría carcajada de Mozart resonara a través de los inmensos salones de cualquier corte centroeuropea.

Y sin quererlo, en esta, mi primera entrada, vuelvo a un tema que me apasiona, ¿es el talento natural señal inequívoca de maldad y de locura? Si Picasso no fuera misógino y egoista hasta la enfermedad, seguiría siendo un buen artista, o sería otra mediocridad, otro jodido artista conceptual de esos que nos invaden con ideas repugnantes, si esos aficionados a esnifar formol, con gafas de pasta y flequillo, seguro que ustedes conocen a alguno. Volveré a esto, porque me gusta.

Son las dos menos veinte de la mañana del dia de la lotería de navidad, me voy para cama, espero que vuelva algun día.

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